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palizada de cenízaros y guanacastes, y era tal el movimiento que las ramas se movían con gran fuerza de
arriba hacia abajo. Nunca había sentido un susto tan grande”.
Cuenta Montero, que una vez que pasó el temor, él dio la orden de retirarse a un lugar más seguro. Se
dirigieron al pueblo de San Pablo de Nandayure, y fue cuando pudieron constatar los graves daños del sismo:
grietas profundas, gente demasiado asustada y el miedo en sus rostros. Y luego, las innumerables réplicas. “Al
final de la tarde, regresamos al centro de Nicoya y pudimos observar el nerviosismo de la gente y los daños
materiales en muchas estructuras”.
Montero reflexionó acerca de los peligros que enfrentan los topógrafos en sus
travesías en el campo, donde pueden convertirse en presas de rayerías, tormentas,
picaduras de insectos, mordeduras de serpientes, cruce de lagunas y ríos y, como en
este caso, estar en el epicentro de un terremoto.
Montero estuvo presente en el XII Congreso Internacional de Topografía, Catastro,
Geodesia y Geomática y valoró con más detalle las conclusiones de las charlas del
experto venezolano Víctor Cioce del proyecto SIRGAS y José Francisco Valverde de
la Red Sismológica Nacional, quienes alertaron acerca de las variaciones sufridas en
el sistema de coordenadas de Costa Rica.
“Casi siempre he participado de estos Congresos, y me pareció muy interesante que
se tratara el tema de los movimientos sísmicos y la forma en que se involucra la
topografía, ya que a través de la información obtenida con los GPS, puede alertar
sobre posibles movimientos de tierra para prevenir desastres y riesgos por este tipo
de fenómenos”, finalizó.
• Réplicas en el Congreso
• Riesgo para topógrafos
-36- Revista Azimuth, Colegio de Ingenieros Topógrafos de Costa Rica